Autor: Javier Muñoz Ortega (España)


Hablar del cine actual que se produce en Vietnam daría para mucho, y seguro que tenemos tiempo de hacerlo pronto. Pero este tema no nos ocupa en este artículo. “Vietnam no es una guerra, Vietnam es un país”. He oído esta frase en varios idiomas, en la calle; la he leído en varios foros y blogs. Así que me he familiarizado con ella, la he devorado y digerido, y solo ahora puedo aportar una visión propia.

 Vietnam no es una guerra, o al menos no un conflicto muy distinto al que se enfrenta un ciudadano español o belga; aunque las cosas en Europa parezcan diferente, no estamos tan lejos, y un plan algo ambicioso siempre es sobrevivir.

Yo sobrevivo en parte gracias al cine, ese invento demasiado siglo XX que tantas alegrías y emociones me ha proporcionado. Y para mí no es solo eso, sino que además se convierte en una ayuda efectiva y de tipo práctico para adaptarme al mundo. ¿Pero qué nos cuenta el cine sobre Vietnam? La mayoría de las cintas mitifican un pasado de experiencias, unas gloriosas, otras no tanto, y en cierto modo parecen desmitificar la mitificada oración “Vietnam no es una guerra”.

Pero los vietnamitas las ganaron todas, dejando además huellas imborrables en la memoria y psicología social de los que aquí padecieron, sufrieron, gozaron y lloraron. Y si muchas de las películas sobre este país nos hablan de guerra, las circunstancias de su rodaje no pueden sino acrecentar la premisa; “Esta película no trata de la guerra de Vietnam, esta película es Vietnam”, dijo Francis Ford Coppola a propósito del rodaje de “Apocalypse Now” (que por cierto, se llevó a cabo en Filipinas).

Fotograma de "Apocalypse Now" del cineasta estadounidense 
Francis Ford Coppola

Vietnam como telón de fondo de mil y una historias. El nombre del país en los títulos de muchas de ellas: “De Asturias a Vietnam”, cinta en la que se cuenta la presencia española en el país indochino, en el siglo XIX, “Good Morning Vietnam”, con un Robin Williams que da dolor de cabeza a los responsables del ejército estadounidense, y sobre todo una sorprendente, desconocida y hace poco muy notoria “Mickey Mouse en Vietnam”. En esta cinta, contracultural y underground, se da uno cuenta de hasta dónde llegaron los efectos de la guerra contra Estados Unidos.

Y no sólo en el título queda huella. Artefactos sobre la presencia francesa durante el colonialismo, como “Indochina”, con la que se comprenden los avatares históricos que llevaron a la partición de Vietnam tras la Conferencia de Ginebra en 1954, o también el documental “Sangre en Indochina”, que investiga esta misma época desde un punto de vista mucho menos idílico. Y si vamos un escalón más allá, en lo que a dramatismo se refiere, nos encontramos con “Diên Biên Phu” de Pierre Schoendoerffer, perspectiva interesante: estadounidenses en Vietnam desde los ojos de un francés.

En cuanto a la relación a tres bandas literatura, Vietnam, cinematografía, encontramos la adaptación de “El amante”, de Jean-Jacques Annaud. La obra de Margarita Duras (una institución de referencia en Vietnam, dicho sea de paso) llevada al celuloide, lo que nos recuerda que, según la visión de la escritora, cualquier tiempo pasado fue mejor.

Aunque el que escribe prefiera la ficción a la realidad, también cabe destacar, de entre los muchos que tratan el tema, los documentales “Abril de Vietnam en el año del gato” y “L'Empire du milieu du sud”. El primero es cubano, país sin duda amigo, y precisamente hace una panorámica de las victorias del aguerrido pueblo vietnamita hasta 1975. El segundo de ellos, de producción francesa, ahonda en los textos literarios de diversa procedencia acompañados por imágenes.

Como pueden ver, se trata de una larga lista, y seguro que me dejo algunas, porque la presencia de Vietnam en el cine es inabarcable. Títulos como “Forrest Gump”, “Birdy”, “Platoon”, “La chaqueta metálica”, “Pecados de guerra”, “Los gritos del silencio”, “La colina hamburguesa”, “A Soldier's Sweetheart”, “El cielo y la tierra”, “Éramos soldados”, “Nacido el 4 de julio”, “Los chicos de la compañía”, “Nam, primer pelotón”, “Hair”, la serie y la película de Robert Altman “M.A.S.H.” (que aunque ambientada en Corea, habla de Vietnam en clave alegórica), “El americano impasible” en sus dos versiones, la de Joseph L. Mankiewicz de 1958 y la de Phillip Noyce en 2002, y un largo etcétera. En todos aparece Vietnam.

Todos estos documentos, reales y de ficción, nos hacen ver la importancia de los avatares históricos de este país, y sobre todo las consecuencias de lo que los extranjeros experimentaron en Vietnam. Los traumas que los estadounidenses vivieron no tardaron en aparecer en la gran pantalla, y así nos lo hacen saber las hemerotecas.

La crueldad y lo absurdo de la guerra se ponen de manifiesto
en la película "El Cazador"

Hoy, lo que los extranjeros vivimos aquí poco tiene que ver con lo que se relata en estas películas. Por suerte, la batalla más delicada, nada fácil por otro lado, es la de cruzar la calle. Pero gracias a las experiencias pasadas, se puede no volver a repetir errores del pasado (aunque se sigan produciendo si no aquí, en otro sitio).

Por eso no está de más reconocer que precisamente gracias a estos traumas podemos disfrutar de cintas como “El cazador”, de Michael Cimino. Esta película es para mí, sin lugar a dudas, la que mejor relata la experiencia social de esta guerra. Tres horazas de cine, tres horas de experiencias para ir y volver a Saigón en busca del amigo perdido. Una de las frases célebres de esta película, reza algo así como que “quien dice no al champán, dice no a la vida”. Yo la leo en mi mente y trato de aplicarla a mi situación, a mi circunstancia. En cierto modo la hago mía, y así repito que “quien dice no a Vietnam, dice no a la vida”.