Por Armando Reyes (periodista cubano)
El presidente cubano Raúl Castro recibe en Hanoi el saludo caluroso del secretario general del PCV, Nguyen Phu Trong
La visita a Vietnam del presidente cubano, Raúl Castro, reforzó la tradicional amistad y solidaridad entre las naciones caribeña e indochina, las cuales se manifiestan en todos los niveles de la sociedad del país asiático.
Soy depositario de acciones fraternales y hospitalarias del pueblo vietnamita, pese a mis limitaciones idiomáticas, con dominio de unas pocas frases y además, mal pronunciadas.
Sin embargo, la imposibilidad de hablar o conversar con los habitantes de Hanoi, donde cumplo una misión de trabajo por 12 meses, no ha sido obstáculo para recibir atenciones de personas humildes del pueblo.
Para ilustrar esas muestras de cariño y tratamiento amistoso, les relato una anécdota.
Yo camino unas 10 cuadras diarias desde donde vivo hasta el centro laboral y ya es habitual, a mi paso, el intercambio de saludos con los vecinos, trabajadores y comerciantes que, como es evidente, me identifican como un Tay (extranjero).
Muchas veces, sobre todo en el horario vespertino, me ha sorprendido la lluvia que, por cierto, en estas latitudes registra niveles muy altos con saldo de inundaciones, deslaves y otras calamidades.
Uno de esos días en que las precipitaciones anegaban todas las calles y resultaba imposible moverse a pie, aunque fuera bajo una capa o un chubasquero, me guarecí en un zaguán de uno de los tantos comercios de Hanoi.
De pronto una joven me invitó a que pasara a su casa y permaneciera hasta que amainara el vendabal. Yo me negaba, aunque tanta fue su insistencia que acepté.
Era un pequeño apartamento, humilde, aunque bien amueblado, y en cuya sala, mi anfitriona y otra muchacha, se ganan el sustento como peluqueras.
Entre nosotros solo mediaba el lenguaje por señas, porque yo puedo hacerme entender en inglés, pero ninguna de las dos lo hablaba y, por supuesto, en vietnamés o vietnamita, resultaba imposible para mí.
La lluvia no cesaba y, por el contrario, arreciaba. Las muchachas me invitaron a comer. A mí me daba pena, porque era un huésped imprevisto y pensaba que quizá uno más no estaba dentro de los planes.
Yo pensé en marcharme, pero viendo la buena voluntad de las anfitrionas, acabé por sentarme y no a la mesa, sino en el suelo, a la usanza de los naturales de este país.
Vietnam expresa su solidaridad con el pueblo cubano con donaciones de arroz, su producto nacional
Comí con mucha mesura. Seguía con pena. Ellas me insistían y rellenaban mi plato. Sirvieron lo mejor que tenían con arroz como platillo central y agregaron jamón, ensalada, sopa y otras golosinas típicas y tradicionales de Vietnam.
La lluvia paró. Me despedí de la mejor manera que pude, aunque recordé que “tam biet” es una forma de decir adiós. Y así se los dije. Me imagino que no lo pronuncié bien, pero hice mi esfuerzo.
A los pocos días conseguí dos ramos de flores y pasé por casa de mis benefactoras para honrarlas, pero no estaban. Con un vecino les dejé mi presente. No se si les habrán entregado las flores. Nunca más las he visto.
De cualquier manera la acción de esas dos mujeres sencillas refleja en el nivel más popular, el sentimiento solidario y fraternal que los vietnamitas profesan por los cubanos y que con Raúl Castro y Nguyen Phu Trong y otros dirigentes importantes del país indochino, se concreta en acuerdos y convenios de cooperación bilateral.
O en frases como la expresada por el presidente vietnamita, Truong Tan Sang, en la bienvenida al líder de la nación antillana: “Cuba y Vietnam están unidos para siempre como hermanos de sangre”.