Ho Chi Minh: ejemplo de entereza determinante en momentos difíciles

Por Carlos Gonzalez-Irago
(Profesor venezolano residenciado en Estados Unidos)

En momentos de dificultad, dolor y luto como ahora en Venezuela por la muerte de trabajadores y efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana en el “accidente” de la Refinería Amuay, no nos queda más que desear que los heridos recuperen su salud lo antes posible y unirnos al dolor de las familias afectadas.

Tal vez el recuerdo de la vida de Ho Chi Minh nos dé la fuerza que en estos momentos de dificultad necesitamos. Mientras se investigan las verdaderas causas de lo ocurrido en la Refinería Amuay es importante mantener la entereza de nuestros objetivos –ignorando a aquellos que quieren sacar provecho electoral de la desgracia y el dolor- para seguir todos unidos trabajando en la misma dirección revolucionaria.

Unirnos -quizás ahora con más energía y ahínco- para reelegir a Candidato de la Patria, Hugo Chávez Frías y mantener nuestro rumbo Bolivariano, sin variar un ápice en nuestra determinación y lucha por la virtud y la verdad. La figura del líder es quizás el mejor ejemplo contemporáneo y nunca perder nuestro fervor revolucionaria en los momentos más difíciles.

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El indomable prisionero comunista, Nguyen Ai Quoc

Ho Chi Minh- cuyo nombre en su periplo europeo de trabajador emigrante y periodista era Nguyen Ai Quoc- regresó finalmente a Asia para vivir en la clandestinidad revolucionaria en su luchar por la independencia de la Patria. Desgraciadamente en 1925, cayó prisionero a manos del imperialismo inglés en Hong Kong, donde lo detuvieron y lo aislaron en prisión. A la dieta de hambre a la que fue sometido se añadió la tortura del aislamiento y la oscuridad ya que sólo le permitían salir de su mínima celda 15 minutos al día.

Decía el Tío Ho, que disfrutaba los interrogatorios a los que era sometido por la policía inglesa porque eran los momentos que tenía de “dialogar” con otro ser humano. Afortunadamente, el líder vietnamita tenía en su abogado inglés, Mr. Loseby, un amigo; quien lo ayudó legalmente en su defensa y personalmente en su libertad al salir de la cárcel, ya que no había cargos contra él.

La acusación se basaba en su afiliación comunista e ideas políticas, que como bien decía su abogado no era ningún delito. En definitiva, la injusticia de la cárcel inglesa no hizo sino fortalecer las convicciones políticas de Ai Quoc.

Finalmente logró regresar a Vietnam, aprovechando el triunfo del Frente Popular en Francia e intensificó su actividad anti-colonialista en diversas áreas del país. Sin embargo, el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y la invasión japonesa en toda la península Indochina, incluyendo Vietnam, cambió el panorama político.

Ai Quoc formó y lideró el Viet Minh en mayo de 1941; un gran frente popular, cuyo objetivo era la independencia de Vietnam y la creación de República. Para ello, necesitó iniciar una lucha para la expulsión de la invasión japonesa y destruir el sistema colonial francés.

Durante la creación del Viet Minh, Ai Quoc asumió el nombre lo haría mundialmente conocido como uno de los más grandes líderes del siglo XX, Ho Chi Minh. Fue este nombre el que usó en sus viajes por China –haciéndose pasar por comerciante chino- para tratar de establecer alianzas con las fuerzas de liberación del vecino país. Lamentablemente los planes no salieron bien, Ho Chi Minh fue apresado de nuevo, sufrió 14 meses de tortura y enfermedad en varias cárceles a manos del Kwomintang.

El hecho de que sobreviviera a las torturas y prisiones chinas es un “milagro” que solamente su carácter, entereza y fervor revolucionario justifican. Calabozos, hambre, enfermedades, marchas interminables fueron parte del repertorio de maltratos sufridos a manos los agentes del Kwomintang.

Finalmente, que al no poderlo doblegar, el gobierno chino le dio estatus político y fue enviado a la prisión militar de Liu Zhou. Después de dos años interminables penurias, Ho Chi Minh consiguió regresar a su Patria para retomar el mando en las luchas del Viet Minh contra la invasión japonesa.

La Independencia

La victoria del Viet Minh, el 2 de septiembre de 1945, tras largos meses de la Rebelión de agosto, llegó a su objetivo y Ho Chi Minh presidió el primer gobierno de unidad nacional de la República Democrática de Vietnam, cuya capital se estableció en la hermosa ciudad de Hanoi.

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Ho Chi Minh leyó la Proclamación de la Independencia en la
Plaza de Ba Dinh, en Hanoi, el 2 de septiembre de 1945


Los siguientes años de gobierno revolucionario no fueron nada fáciles. Sólo significó el principio de una nueva y larga lucha contra el enemigo que se resistía a dejar el colonialismo, cuyo impacto y sufrimiento se largaría por 30 años más.

Fue realmente el principio de un periodo interminable de guerra. Primero para derrotar el colonialismo francés, luego enfrentar a un enemigo todavía más fuerte, el todopoderoso imperialismo norteamericano, que sin ningún tipo de escrúpulo moral descargará toda su fuerza de muerte sobre este modesto y pequeño país.

Lanzaron más bombas -incluyendo incendiarias y químicas- que todas las usadas por ambos bandos durante la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencias de estos ataques militares y criminales todavía hacen mella en millones de vietnamitas, afectados por enfermedades congénitas –que como los ataques nucleares en Japón- condenan al dolor y sufrimiento a generaciones presentes y futuras con impunidad e injusticia.

Pero lo más importante fue que el pueblo indochino, inspirado por su carismático líder lograra –lo que parecía imposible- vencer a las fuerzas militares del imperialismo, que sufrió por primera vez la mayor derrota militar y moral declarada y reconocida de su historia. Una derrota que hoy expone los crímenes militares de lesa humanidad de las fuerzas capitalistas en su lucha “por la libertad.”

Fue una victoria, mérito único del pueblo vietnamita y de su modesto pero ejemplar líder Ho Chi Minh. Un triunfo vietnamita cuyo objetivo, como el Bolivariano, es simplemente derrotar la cultura del dinero –controlado por la banca y Wall Street- por el derecho de los pueblos a construir una cultura diferente. El derecho a levantar poco a poco, paso a paso, una sociedad socialista igualitaria y dinámica donde la solidaridad, la familia y la amistad establezcan los valores sociales dominantes.

Imitemos a Vietnam y en estos momentos de sufrimiento mantengamos nuestra entereza revolucionaria y no nos dejemos engañar por aquellos especuladores que sin escrúpulos quieren explotar el dolor de la muerte de nuestros compatriotas.


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JUAN-R DÍEZ ECHEVARRÍA

Muy acertada la comparación del dolor de Venezuela, con el sufrimiento y la entereza de Ho Chi Minh. El Tío Ho no se doblegó nunca ante el enemigo... Más

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